lunes, 8 de abril de 2013

  Ellos seguían en su mundo, como todos, como él mismo, parte activa del rebaño de risas baratas, de camisas a cuadros y bien planchadas, de sonrisas por cortesía, debatiéndose entre vasos y besos vacíos. Pero, en medio de tanta luz, el solo miraba la luz, muriendo por ser, por hacer, por serle, por hacerle, por vivirle, pero huyendo por la cuerda floja de sus miedos, callándose a gritos que la amaba como dos espejos que se enfrentan...solo y hasta el infinito.
  Él lo sabía, la misma piel que ayer le quemaba hoy es la alfombra que adorna su hogar, el premio que cuelga de su pared. Los mismos labios que buscaba en simulacros, hoy argumentan, inconscientes, todos sus inviernos, sus veranos latentes. Él fue la herramienta, él fue el recurso, él fue la página dada vuelta que se relee sin la misma exaltación que la primera vez, pero sobre todo, él fue el pintor de ese cuadro absurdo ¿Cuánto apostó en esos escasos besos? ¿Cuánto ganó? ¿Cuánto perdió? Y después de todo ¿Qué sabía él lo que era el amor?